Por recomendación de Harris busqué y leí el libro La caída de Jerusalén y la iglesia cristiana. Brandon 1951. S. G. F. Brandon era un sacerdote anglicano profesor de religión comparada en la Universidad de Manchester. El libro me pareció muy interesante y voy a tratar de resumirlo.
La idea fundamental del libro es que el cristianismo era originariamente una secta del judaísmo, con connotaciones fuertemente nacionalistas. De no haber sido por la destrucción de Jerusalén, habría mantenido su carácter ortodoxo dentro del judaísmo. Brandon cuenta que durante décadas los cristianos convivieron pacíficamente con otras corrientes del judaísmo, especialmente los fariseos, y llegaron a obtener su lugar entre la élite sacerdotal de Jerusalén. Así fue hasta la guerra contra Roma. La completa derrota de los judíos y la destrucción del templo de Jerusalén hizo que una de las corrientes periféricas y heterodoxas del cristianismo tomara la supremacía: el cristianismo paulino, creado por Pablo de Tarso.
Jesús dejó bien claro que su mensaje mesiánico iba dirigido exclusivamente a los judíos. En los evangelios más antiguos, Jesús desprecia a los gentiles y deja varios testimonios de su xenofobia y de su chovinismo judío. Por ejemplo, en el pasaje de la mujer sirofenicia (Marcos 7:24-30; Mateo 15:21-28). También en Mateo 10:5-6 leemos que Jesús exhorta a sus seguidores a no predicar a gentiles ni a samaritanos. Todo en correspondencia con lo que cabe esperar de un autoproclamado descendiente del rey David y, por tanto, legítimo heredero al trono de Israel. Los mesías en la tradición judía son jefes militares elegidos por Dios para expulsar a los enemigos de Israel de la tierra sagrada y para a instaurar la teocracia. Estos pasajes no se encuentran en el evangelio de Lucas, porque este evangelista era un fiel partidario de Pablo de Tarso y depuró la historia de los elementos mesiánicos menos conocidos.
La postura de los judíos ante el invasor romano iba desde la rebeldía armada de los zelotes, la contemporización de los fariseos, el colaboracionismo de los saduceos y la huída al desierto de los esenios. El cristianismo ocupaba inicialmente una posición próxima a la de los zelotes y reclutaba elementos de esta facción, aunque militarmente Jesús era más prudente. En Lucas 13:1 se explica el extraño episodio de la torre de Siloé. Parece ser que unos zelotes se enfrentaron abiertamente a los romanos, siendo sitiados y vencidos. Alguien considera necesario contárselo a Jesús y preguntarle su opinión. Su respuesta es una llamada a evitar actos violentos indisciplinados.
El intento de toma del poder de Jesús fracasa como todos sabemos y él y algunos de sus seguidores acaban crucificados. La crucifixión era el castigo por sedición, los romanos no crucificaban ladrones ni blasfemos. Recordemos que los seguidores de Espartaco fueron crucificados por los mismos cargos: rebelión contra Roma.
La revuelta vuelve a estallar en el 66. Los judíos obtienen una victoria inesperada sobre Cestio Galio, lo cual interpretaron, por supuesto, como la intervención de Yahvé en defensa de sus elegidos. La corriente más nacionalista del cristianismo debió reforzarse y es probable que la desaparición de los saduceos de la historia, de los que ya no se vuelve a saber nada, se deba simplemente a que fueron pasados a cuchillo por colaboracionistas (esto es suposición mía).
Pero pronto las cosas se complicaron a medida que las legiones de Vespasiano avanzaban desde el norte hacia Jerusalén. La ciudad fue tomada por los romanos en el 70 y pocos defensores se salvaron. Los romanos no debieron hacer distinciones entre corrientes del judaísmo. En fuentes rabínicas se cuenta la huída de Johannan ben Zakai del Jerusalén sitiado, pero no hay ningún relato similar relativo a la élite cristiana. Tampoco se conserva testimonio del martirio de ninguno, porque no resultaba conveniente mezclar a los santos con los rebeldes contra Roma.
Vae victis. El templo fue violado, sus riquezas saqueadas y se celebraron en su recinto sacrificios a los dioses romanos. No cabe imaginar mayor cataclismo para la cultura judía. Estos terribles acontecimientos inspiraron gran parte de la literatura apocalíptica. Muchos exiliados que huían de la persecución romana llegaron a Alejandría, donde la comunidad judía era muy importante. Muchos persistieron en su actitud antirromana y hubo una nueva revuelta de los judíos de Alejandría y de otras ciudades de la diáspora en 115 que acabó en una nueva derrota.
Ante estas derrotas nacionalistas, la corriente paulina queda prácticamente dueña del campo. El paulinismo, desertor de la causa judía, va cargándose de elementos antijudíos y aproximándose al poder de Roma, como contaremos más adelante.