Tortura que algo queda

La histeria antiterrorista que se adueñó de los EEUU después del 11-S afectó incluso a las cabezas mejor amuebladas. Los norteamericanos nunca habían sido atacados en su casa. Lo más parecido a un ataque en su territorio fueron los globos bomba que soltaron los japoneses a la desesperada en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, para ellos, la guerra es ese sitio remoto al que de vez en cuando envían a sus muchachos. Eso hasta que Al Qaeda se la trajo a casa.

Contagiado por la histeria, Sam Harris echa a rodar de un plumazo siglos de garantías y de libertades heredadas de la Ilustración. Y todo para que las fuerzas de orden público puedan torturar eficazmente a un detenido de manera que diga todo lo que sabe, y que si no lo sabe se lo invente.

Sam dice que la tortura puede convertirse en «una necesidad ética en nuestra guerra contra el terror«. Y para ello emplea argumentos sacados de la ética de Stuart Mill y Bentham, que es una aritmética del placer y del sufrimiento. Hay que elegir la opción que cree menos sufrimiento. Es lícito torturar a un miembro de Al Qaeda porque podemos salvar a mucha gente de morir en atentados o secuestros. Y si no, imagínate que las posibles víctimas de sus bombas son tus hijos o tu familia. Sam Harris se detiene en los aspectos prácticos y parece que está sugiriendo que los científicos deberían ponerse a investigar cómo torturar eficazmente y sin menoscabo de la salud mental del torturador, aspecto este último, mal resuelto por los métodos al uso y que provoca que el torturador a veces se convierta en un sicópata dañino o se acabe pegando un tiro si tiene esa molesta costumbre de empatizar con el dolor ajeno.

¿Dónde está el error del razonamiento de Harris? No creo que tenga nada que ver con que sea un ateo, porque las personas más religiosas son también las que más justifican la tortura. El filósofo Zizek hace unas meditaciones interesantes sobre el asunto y, aunque no llega a grandes conclusiones, sí que profundiza en las semejanzas del discurso de Harris con el discurso totalitario de Hitler y Stalin si se analizan sus consecuencias.

Para mí el error de Harris es el provincianismo. Le pierde ese provincianismo de norteamericano del medio oeste. Se comporta como un Homer Simpson que no sabe que el Mundo es muy grande, que está lleno de injusticias y que la campaña de Al Qaeda contra los EEUU no es, y que me perdonen los norteamericanos, la mayor amenaza para la Humanidad. Parece como si los EEUU fueran el único país que en toda la Historia ha tenido que enfrentarse con terroristas fanáticos.

Si recordamos que el Mundo es más grande nos percataremos de que el razonamiento puede servir para, sin demasiado esfuerzo, justificar un terrorismo dirigido contra banqueros, políticos y altos ejecutivos, porque sus decisiones injustas determinan el destino de millones de personas. Si una compañía decide comprar el coltán obtenido en África a costa de miles de muertos en guerras sucias, entonces, según la aritmética del sufrimiento, estamos legitimados para secuestrar, matar y torturar a los responsables de la decisión. Si por medio de amenazas terroristas conseguimos que las compañías no compren ese coltán estaremos salvando muchas vidas y evitando mucho sufrimiento. También podemos encarcelar a los antivacunas, que con su conducta irresponsable están poniendo en riesgo la salud de mucha gente inocente. Los ejemplos son innumerables. Se puede decir que no hay conflicto en el Mundo que no justifique el empleo del secuestro, la tortura o el asesinato selectivo.

El problema es que resulta más difícil empatizar con la víctimas si son negras y pobres. En los ejemplos típicos del dilema del terrorista prisionero las posibles víctimas simpre son niños (generalmente nuestros propios hijos o, si no, niños preferiblemente rubios y aseados); el terrorista es de tez olivácea, tiene barba y es un fanático. Si las víctimas pasan a ser negros, sucios y feos y el prisionero, por el contrario, es blanco, guapo y sólo le mueve conseguir dividendos para los accionistas de su empresa, sospecho que va a tener muchas más posibilidades de que sus derechos sean respetados. Así que Sam Harris tiene que explicarnos por qué no debemos asesinar a los altos ejecutivos de la Exxon, o a sus pricipales accionistas, que están llevando al mundo a un desastre climático que amenaza el planeta o por qué no secuestrar a alguno de ellos hasta que decidan reconvertir su negocio o vender sus acciones. El fanatismo religioso es un enemigo de la Humanidad, pero la codicia aliada con la falta de escrúpulos y la corrupción política es igualmente destructiva. Y además, a lo mejor al final no hace falta matar a nadie, como muy bien nos recuerda Sam, la mera amenaza podría producir resultados positivos…

Como todo el mundo se le ha echado encima (ateos incluidos), Sam Harris dice que sólo está hablando con sinceridad del dilema entre bombardear algo (Irak p. ej.) y torturar a un detenido. Efectivamente, aquellos que están dispuestos a bombardear Irak a sabiendas de que van a provocar muchas víctimas inocentes, no tienen argumentos para oponerse a las torturas en Guantánamo. No tiene mucho sentido justificar lo primero y horrorizarse por lo segundo.

Lo que no le consentimos a nuestro Homer Simpson ateo es que mezcle a la ciencia en su alegato. Viendo sus conferencias y los experimentos que cita, parece como si la justificación de la tortura fuera un descubrimiento reciente, fruto de la investigación científica más avanzada. En realidad su discurso es viejo, decrépito y, sobre todo, adocenado. Cambiando nombres y otras circunstancias menores, es el mismo que han empleado todos los torturadores de la historia, inquisidores incluidos. El torturador siempre se sacrifica por nosotros. Es el que hace el trabajo sucio para librarnos de un mal mayor.

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10 respuestas to “Tortura que algo queda”

  1. Enrique Morata Says:

    Totalmente de acuerdo, el utilitarismo es un cálculo de lo que conviene según las circunstancias.

  2. Outsider Says:

    No, no digo que de lo mismo torturar en caso de guerra, lo que digo es que toda guerra se convierte en una forma de tortura, donde sin necesidad de recurrir a la tortura clasica del prisionero, se acaba torturando a la sociedad que sufre los efectos de la guerra.

    Justificar la tortura, por tanto, es tan dificil, o tan fácil como justificar la guerra.

  3. Confusio Says:

    Le debo una disculpa, Outsider, por no haber publicado su comentario antes. He estado fuera un par de días.
    Respecto a lo que comenta, no acabo de entender el razonamiento. ¿Quiere decir que si estamos en guerra da lo mismo torturar?

  4. Outsider Says:

    Cuando analizo los pros y los contras de la tortura solo estoy siendo práctico. Desde un punto de vista ético no considero la tortura legalizable. Considero que castigar al torturador que por medio de la tortura genera un beneficio a un colectivo es un ejercicio de doble moral execrable.

    De todos modos consideramos la tortura como la que se le practica a un prisionero para que de datos sobre algo que no sabemos si sabe. Si lo miramos desde un punto de vista más amplio, todo enfrentamiento en una guerra, declarada o no, acaba convirtiendose en un ejercicio de tortura. Aunque se mate limpiamente (sin entrar a considerar que es limpio o no en un asesinato legal), este asesinato sería una forma de tortura psicológica para con los familiares y amigos del mismo que temen ser los proximos asesinados. Y no me cabe ninguna duda de que se trata de un asesinato, pues consiste en la eliminación consciente de otra persona, es decir, al mismo tiempo se comete un asesinato y una tortura, todos dentro de la legalidad, al menos desde el punto de vista de la legalidad del pais que la ordena pues probablemente, se trata de hechos ilegales en el otro bando. Digo probablemente porque la legalidad o ilegalidad de los mismos va en función a la legislación que se aplique y es posible que no exista ninguna legislación aplicable.

    Hay legislaciones para todos los gustos y de hecho dentro de una misma norma se dan reglas para todos los gustos. Hay muchos paises con una constitución que marca las pautas para la legislación, otros se basan en los libros «sagrados», que no dejan de ser otra colección de normas.

  5. Confusio Says:

    Zósimo, creo que el uso de la tortura no debe legalizarse nunca. Que habrá casos en los que se practique y en los que,incluso, puede ser la única solución…puede, pero siempre habrá que situarla fuera de la ley. Aquel que torture debe ser juzgado. La sociedad puede ser indulgente con él si se dan circunstancias tan graves como las que sugieres. Pero la tortura no puede institucionalizarse, no pude salir gratis. Todos conocemos las consecuencias de eso.
    En Israel es legal «aplicar presión física a los detenidos». No creo que eso haya salvado muchas vidas y sin embargo ha dado lugar a multitud de atropellos y ha contribuido a enconar el conflicto. Como dice Outsider, es cierto que es más lo que se pierde que lo que se gana (no es absurdo hacer aritmética moral de vez en cuando).

  6. Zosimo Says:

    Outsider, ya sé que la historieta del “terrorista-que-sabe-dónde-está-la-bomba” es muy rebuscada y tiene pocas posibilidades de darse en la realidad. Parece el guión de una película (mala). Pero, sinceramente, esperaba argumentos contra la tortura un poco más sólidos que los que presentas. “La tortura es mala porque a la larga no funciona” Eso quiere decir que si, por circunstancias particulares sí funcionase, entonces deberíamos torturar. Le veo poco calado moral al argumento.

    ¿Quieres decir que la tortura no funciona con Al Qaeda o que no funciona nunca? Porque hay multitud de ejemplos históricos en los que la tortura funcionó a las mil maravillas. La implantación del catolicismo en España como religión exclusiva se basa en siglos de Inquisición y en su capacidad para asustar con su solo nombre.

    Y, Confusio, estás comparando al malvado fanático con el malvado codicioso y son muy diferentes. Con el codicioso se puede negociar (dinero, rebaja en la condena…), con el fanático no. Si la actividad terrorista la protagonizan fanáticos suicidas hay que cambiar las estrategias de defensa, porque nos enfrentamos a algo muy diferente. ¿No estamos siendo muy ingenuos?

  7. Confusio Says:

    Efectivamente Zósimo, «con que» va separado a no ser que exprese conclusión o consecuencia. Conque gracias.

    Outsider se plantea los problemas derivados de la tortura como estrategia y creo que está en lo cierto. La verdad es que el dilema de si torturar o no al terrorista prisionero es bastante rebuscado y poco realista, pero no deja de ser una pregunta muy jodida. Creo que la mejor solución es la de Savater: Si es tu hijo el que se encuentra en peligro, tu obligación como padre es intentar salvarlo por todos los medios. El problema es algo más complicado cuando la decisión debe tomarla el jefe de Policía (el «experto securitario», que diría Luz Gómez García). Savater proponía que, si no hay otra solución, lo razonable es torturar, puede ser incluso una obligación moral, pero, del mismo modo, el padre y el jefe de policía deben ser posteriormente juzgados y condenados por el uso de métodos inhumanos. La condena debe tener en cuenta las circunstancias atenuantes, que estarían más claras en el primer caso.

    La solución me gusta porque es bastante realista, penaliza el uso de la tortura (lo contrario sería dañoso para todos) y añade un componente de sacrificio personal que creo que cualquier padre o cualquier policía con sentido del deber estarían dispuestos a aceptar.

  8. outsider Says:

    Zosimo, si tan seguro estás de que es quien ha puesto la bomba… ¿como es que no sabes donde la ha puesto?, el problema entra en que lo más probable es que la bomba explote de todos modos y encima te asegures otra colección de enemigos que estarán dispuestos a poner otra.

    Por otra parte, ¿Sirve de algo torturar a aquel que está dispuesto a explotar con la bomba?, fabricamos mártires. En parte, el cristianismo es lo que gracias a la persecución a que fue sometido y curiosamente no se ha aprendido nada de ello.

    Cuando USA entró en Afganistán, fueron recibidos como liberadores, entonces no había mucho que romper por lo que con el dinero que se se ha invertido deberían haber podido no solo reconstruir sino construir lo que no existía, sin embargo, cada muerto civil, cada inocente torturado provocaba que una familia entera cambiara de bando, ahora son tantos, que dificilmente podrán hacer nada. La tortura, individual o colectiva, se ha convertido en un arma que no ha convertido USA en un país más seguro, sino en uno en el que los derechos civiles se han restringido hasta para sus locales. En lugar de llevar la democracia a Afganistan, están importando el totalitarismo.

    Puede que alguna tortura les diera alguna información fiable. Pero la suma de las torturas les ha asegurado más enemigos de los que tenían.

  9. outsider Says:

    Hoy mismo he comentado en un periodico precisamente sobre algo parecido y es que la doble moral existente en el primer mundo existe desde el momento en el que los mundos se ordenan por número siendo que en realidad solo hay uno.

    Muy buen artículo.

  10. Zosimo Says:

    Muy bien Confusio, pero no resuelves el dilema del terrorista prisionero. Si fueran tus hijos los amenazados por la bomba ¿no te parece que habría que torturarle si así puedes salvarlos?.

    Ah, y «conque» va separado.

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