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Jesus and Mo

6 febrero 2012

Hablábamos de blasfemia en el último post y este chiste de Jesus and Mo es de lo más blasfemo. Reúne en un solo acto impío una caricatura de Mahoma y una parodia del Corán.

Para los musulmanes, Mahoma sólo era un hombre, pero el Corán es hijo de Dios, el equivalente a Jesús para el cristianismo. El regalo de Dios a los hombres en forma de obra literaria, aunque un poco cansina. Creo que éste puede considerarse un buen resumen de un libro bastante indigesto.

El texto y su contexto

25 marzo 2011

Es un lugar común de los occidentales seducidos por el Corán atribuir las frases más intolerantes del libro al ambiente bélico en el que fueron escritas. Si en el capítulo dedicado al reparto del botín (tema edificante donde los haya), en el verso 12 se lee: Cuando vuestro Señor inspiró a los ángeles: «Yo estoy con vosotros. ¡Confirmad, pues, a los que creen! Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean. ¡Cortadles el cuello, pegadles en todos los dedos!», según estos pre-conversos al Islam, se trata de una execración que debe ponerse en su contexto. Había una guerra religiosa y los seguidores de Mahoma eran los más débiles, sólo una fuerte exhortación contra los enemigos podía darles la victoria.

Debe señalarse una contradicción evidente en este tipo de argumentos. O bien el libro es circunstancial, narrativo, y limitado a un contexto histórico o bien (como sostienen los creyentes) es un mensaje universal y para todos los tiempos. Un mensaje o un mandato, o es circunstancial o es universal. Quiere decir que hay que hacer eso EN ESAS CIRCUNSTANCIAS o, por contrario que hay que hacerlo SIEMPRE.

Los religiosos resuelven la contradicción decidiendo por su cuenta cuando se trata se trata de un mensaje del primer tipo o del segundo, decisión que depende de sus simpatías personales o de sus intenciones en ese momento. El fanático bíblico también hace su lectura sesgada: La intolerancia hacia la homosexualidad es un mensaje universal, está en la Biblia y punto. Sin embargo, la tolerancia de la Biblia hacia la esclavitud es algo circunstancial que está en desuso y así debe permanecer. ¿No podríamos hacer que la homofobia bíblica también pasase a ser uno de esos mandatos en desuso, como lapidar a los adúlteros?

Un ejemplo de este tipo de lectura sesgada hacia lo benevolente es la de Lesley Hazelton, una  periodista que habla del Corán a un público culto occidental. Para ella, los mensajes intolerantes son circunstanciales y no debemos hacerles caso. Los mensajes que exaltan la humildad, la paz, y el respeto a los demás son universales. Así lo ha decidido ella. Sin embargo, nos consta que otros lectores hacen lecturas diferentes.

El novelista portugués Jose Rodrigues dos Santos, saca otras conclusiones de la lectura: «Durante la investigación, me di cuenta de que la hipótesis más probable es que el verdadero islam es de los fundamentalistas. Seguir al pie de la letra la vida de Mahoma y el Corán lleva a la violencia».

Sí, ya sé que este señor sólo es un novelista, pero sus conclusiones respecto a los textos sagrados del Islam son tan válidas como las de la señora Lesley. No existe un lectura correcta del Corán, como no existe un lectura correcta de ningún libro. Hay tantas lecturas como lectores y el mismo lector verá cosas diferentes en el mismo libro según sea el estado de ánimo con el que se acerque a él. Pero hojeando el Corán podemos encontrar con facilidad una voz agresiva, la de un líder militar que quiere vencer a los que no le creen, hacerlos esclavos o someterlos como ciudadanos de segunda. Así que me parece irresponsablemente ingenuo a estas alturas repetir el mantra de que «los fundamentalistas son unos ignorantes que no conocen el Corán… con más formación religiosa evitaremos el fundamentalismo». Falso, los fundamentalistas conocen a la perfección el texto, lo recitan de memoria y son capaces de sostener un debate con cualquier experto y apabullarlo a base de citas. ¿La suya es verdaderamente la lectura correcta? Pues tan correcta o tan incorrecta como cualquier otra.

Por esa razón su predicamento en sociedades como la magrebí es potencialmente destructivo, porque son sociedades empobrecidas y arrojadas a la periferia de la civilización por causas principalmente económicas. La religión contribuyó al adormecimiento del mundo islámico a partir del Renacimiento, acabó con el pensamiento y con la economía a la vez que cegó a los creyentes con la venda de la soberbia. Cuando un magrebí reflexiona sobre el precario estado de su sociedad, pocas veces piensa en el nefasto papel de la religión. Es frecuente que te hable de sus tiempos de gloria, cuando tenían científicos y matemáticos importantes, y que de ahí pase directamente al imperialismo europeo del XIX y a la conspiración judeo-norteamericano-israelí, que es la culpable de todos sus males. Ni rastro de autocrítica, el culpable es el infiel.

Moraleja: Sería deseable mantener esos libros alejados de los intolerantes, de los resentidos, de los soberbios, de los incultos, de los estúpidos y de los niños.